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Sunday, October 24, 2010

     
Médico, invitado a importantes antologías y autor de 'El Informe Mancini'
Francisco Rivas Larraín:

''No me consideran un profesional de la literatura''

        por Mauricio Aguirre A.
        en El Mostrador


        Sometido a un virtual anonimato en el ambiente de las letras pese al reconocimiento que ha alcanzado su obra, este neurocirujano y autoridad pública analiza con dureza los efectos que han tenido en su caso y el de otros autores el régimen militar y la transformación de las editoriales en "una verdadera red que cada vez contamina más a los escritores".

        "Las editoriales se han dedicado a fabricar escritores". La lapidaria frase pertenece al escritor Francisco Rivas, autor de obras como El informe Mancini -novela que recibió en 1982 el premio Proceso Nueva Imagen de México y al año siguiente la distinción Jorge Isaacs en Colombia- Martes tristes y Todos los días un circo.

        Rivas también figura en varias antologías de cuentos, incluyendo la última compilada por Camilo Marks bajo el título Grandes cuentos chilenos del siglo XX.

        Qué tiene de particular este autor: que comparte "profesionalmente", como se cuida de recalcar, su labor de escritor con las de neurocirujano y jefe del Servicio de Salud Metropolitano Central. No se trata de un médico que escriba por hobby, sino del difícil desafío de combinar dos profesiones que se cuentan entre las más exigentes.

        Rivas, de 59 años, ha desarrollado la literatura de manera paralela a la neurocirugía y a la política. Militante del Partido Socialista, fue embajador en Canadá durante el gobierno de Patricio Aylwin. En la pasada elección presidencial dejó momentáneamente su militancia en el Partido Socialista y apoyó la candidatura de la ecologista Sara Larraín. Posteriormente volvió a su antigua tienda.

        Para este médico-escritor, el régimen militar discriminó entre los autores y transformó "a muchas editoriales en una verdadera red que cada vez contamina más a los escritores".

        -¿Se arrepiente de no poder dedicar su tiempo completo a la literatura?
        -No. La neurocirugía también es una pasión. Ser cirujano es indispensable. Una persona ordenada, responsable, trabajadora puede hacer ambas cosas, así como un arquitecto puede ser un gran pintor o un ingeniero puede ser un gran músico. No hay incompatibilidades si ambas actividades se hacen de manera responsable y con esfuerzo.

        -¿Y no terminó por coartar alguna de sus dos pasiones en el esfuerzo?
        -De ninguna manera. No soy escritor de fin de semana ni médico a medias: le quito un poco de tiempo a las dos actividades. Para estudiar neurocirugía y estar al día en la anatomía y mantener las destrezas no necesito estar 14 horas diarias practicando, y uno, con disciplina, puede escribir una novela dedicándole tres horas diarias.

        -¿Pertenece a una corriente o generación literaria?
        -A ninguna generación. En esto influye el que, aunque nadie me lo ha dicho directamente, en el fondo no se me considera un profesional de la literatura, en parte porque me he dedicado a la política y a la medicina. La realización de estas actividades se presta para que mucha gente diga que no soy escritor.
        "Un amigo que fue ministro en la década de los '90 dijo de yo era una persona que tenía grandes destrezas en la medicina, que hacía muy bien la política, pero que tenía que dedicarse a la literatura".

        - Y en su currículum como escritor, por así decirlo: ¿cuántas novelas y cuentos a escrito a lo largo de su carrera?
        - He escrito hasta ahora nueve novelas, dos colecciones de cuentos y un testimonio.

        - ¿Cómo recibió que Camilo Marks, al recopilar hace algunos meses los mejores cuentos chilenos del siglo 20, incluyera en la selección su cuento El Banquete?
        - Que me haya considerado Camilo me llena de orgullo, porque de alguna manera me saca del anonimato. También he recibido muy buenas críticas de Javier Edwards y Patricia Espinosa.-

        - ¿En qué está trabajando ahora?
        -En una novela que inicie hace cerca de dos años, y por distintas razones interrumpí por un año y medio. Hace algunos meses la retomé: trata sobre un hombre y su vida virtual. Estará lista en una año y medio.

        - Se ha dicho que entre los pergaminos que tiene para contradecir a quienes oscurecen su trayectoria se cuentan reconocimientos en el extranjero.
        - La novela El informe Mancini recibió en 1982 el premio Proceso Nueva Imagen en México. Entre el jurado se encontraba Gabriel García Márquez, entre otros. En ese mismo concurso se presentó Antonio Skármeta con la novela Resurrección, y quedó bastante más abajo. Con la misma novela al año siguiente gané el premio Jorge Isaacs en Calí, Colombia.
        También obtuve dos veces el Premio Municipal de Literatura de Santiago, el año 1989 con la novela Todos los días un circo. Este lo rechacé por que me lo dio la dictadura. En 1993 nuevamente obtuve ese premio, esta vez con El banquete.

        -¿Comparte la apreciación de Marks sobre que no existen en Chile narradores de cuentos a la altura de los escritores argentinos, uruguayos o peruanos?
        -Se lo pregunté a Marks durante la presentación pública de la recopilación de cuentos, que se hizo en una radio. Le pregunté al aire por qué rescataba a algunos escritores chilenos y al mismo tiempo criticaba su calidad como conjunto. La respuesta que él dio fue que efectivamente en dichos países había grandes cuentistas, pero también los había en Chile. Aseguró que no había querido decir que unos eran mejores que los otros, sino simplemente destacar una realidad.
        Sin duda en otros países hay grandes cuentistas, aunque el tema de discriminar calidad es discutible y solo lo da el tiempo.

        Los "cómplices del sistema"

        -Usted es muy crítico de la realidad actual de las editoriales. ¿Qué daños le provocó el mercado a la literatura?
        -Privilegiar el punto de vista editorial por encima de la calidad de los escritores. Esta situación ha influido negativamente en la calidad de los narradores. Es legítimo que un escritor busque tener una presencia mayor en el mercado, porque se traduce en vender más. Sin embargo, esta situación ha sido estimulada de manera perversa por las editoriales en desmedro de los escritores. Muchas editoriales, desde el tiempo de la dictadura, se convirtieron en una verdadera red que cada vez contamina más a los escritores, y los autores que no se venden al sistema son marginados.

        -Usted habla de una red ¿Quién o quiénes generan este círculo vicioso que menciona?
        -Las editoriales. Estas se han dedicado a fabricar a escritores para transformar sus obras en bets sellers y obtener enormes beneficios, sin preocuparse de los contenidos de las narraciones. Desgraciadamente hay muchos escritores que se han vuelto cómplices de este sistema y han hecho literatura bastante discutible. Con este tipo de trabajo alimentan el círculo vicioso.
        Esta red ha provocado que muchos escritores importantes, de los cuales un número importante ha muerto, terminen olvidados. Hay algunos narradores que comenzaron a escribir a mediados de los años '50, como Armando Cassígoli o Mauricio Wacquez, todos de gran calidad pero de los que se conoce muy poco. Sólo se les ha hecho a algunos un homenaje por sentimiento de culpa, como en el caso del segundo. A muchos autores se les reconocen sus méritos cuando ya están muertos y no son ninguna amenaza para esta red perversa del mercado que hoy día opera en la literatura chilena.

        -¿Qué otros escritores más próximos a la década de los '80 y '90 han sufrido esta discriminación?
        -Hay un grupo importante que escribió durante la dictadura, como Fernando Jerez, y Poli Délano: ellos, siendo escritores reconocidos en muchas partes del mundo, en Chile tienen un conocimiento mucho más discreto. El motivo es que no son escritores comerciales o porque no han aceptado ser parte de este círculo vicioso que condiciona.

        -¿Qué escritores, a su juicio, han terminado por venderse al mercado?
        -Uno de ellos es Roberto Ampuero. El escribe novelas policiales y se convirtió en un escritor emblemático de El Mercurio por su campaña contra Cuba utilizando la literatura. Éticamente la situación de él es muy cuestionable.

        -¿En este círculo vicioso, qué rol tienen los medios de comunicación?
        -El Mercurio, desde que creó su suplemento Revista de Libros, se convirtió en un agente de la anticultura, privilegiando a los escritores que eran afines a la dictadura y en contra de cualquier otra expresión literaria que emergiera. Ello con un crítico literario probablemente muy preparado, pero parcial y poco idóneo para esa labor como fue Ignacio Valente. El fue una persona dañina para el desarrollo de la literatura nacional, y tuvo entre sus hombros la decisión de quién era un buen o mal escritor.

        -En la actualidad han surgidos medios especializados en literatura. ¿Qué opina de ellos?
        -Hay revistas que nacieron con un muy espíritu, pero se han transformado en medios tradicionales que lee muy poca gente y que tienen poca influencia, como Rocinante. Esa revista la compone muy buena gente, pero han caído en reiteración y se han vuelto monotemáticos. En el fondo, si uno lee los personajes destacados o protagonistas de la cultura que aparecen en Rocinante son los mismos que figuran en El Mercurio, quizás con un enfoque distinto, pero los mismos al fin".

        -¿Realiza alguna actividad para tratar de cambiar esta realidad que crítica?
        -Estamos trabajando con un grupo de gente muy joven con la que llevamos adelante una editorial que se llama Al Margen Editores. Hemos sacado ya cinco títulos: el último fue el Tanatorio del joven Edmundo Condon, que fue presentado por el Premio Nacional de Literatura Raúl Zurita.
        Las otras obras son La noche interior, que es una colección de cuentos donde se rescata a autores como Benedetti y Galeano. También publicamos Los sonetos de amor, de Shakespeare, en una edición bilingüe de Tomás Gray, un gran profesor de literatura; Círculo infinito; Martes triste, una obra mía, y estamos prontos a sacar dos novelas, una de Reinaldo Marchant y otra de Wilson Tapia.

        -¿Cómo obtiene recursos esta editorial?
        -Afortunadamente, solo financiamos el primer libro Martes triste gracias a que vendimos un número considerable de ejemplares. De esta manera, hemos obtenidos los recursos para financiar otras publicaciones. La editorial no tiene fines de lucro y hacemos ediciones pequeñas, pero creemos que tenemos un lugar dentro de las editoriales alternativas.

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