Saludos de Luis Sepúlveda Escritor
Estimadas y estimados organizadores del festival de las Ideas: saludo con mucho entusiasmo esta iniciativa, toda vez que es urgente convocar a un gran esfuerzo colectivo para imaginar qué país y qué sociedad queremos.
Esta es una tarea planetaria cuyo primer fin es superar el desorden social generado por un modelo económico que -como tan permonitoriamente lo denunciara Salvador Allende en su discurso frente a la Asamblea General de las Naciones Unidas-, ha depositado en las grandes empresas multinacionales el porvenir de las naciones, ha generado una dependencia política del mercado, y finalmente ha despojado a los ciudadanos del protagonismo esencial para el desarrollo armónico de la sociedad.
En el caso de Chile, el esfuerzo imaginario, la necesidad de ideas es de una urgencia ineludible. Y el reto es doble dada la complejidad de los problemas y la costumbre de ofrecer solucines simples ignorando esa complejidad, reemplazándola muchas veces por el discurso populista. Desde la distancia, desde España, sugiero abrir una gran discusión colectiva respecto de las leyes de amnistía que continúan abriendo una y otra vez las heridas de nuestro pasado reciente, ofendiendo a las víctimas, a los que defendieron el orden constitucional y republicano. No hay ni habrá país posible si los criminales que violaron todos los derechos inalienables del ser humano, que torturaron, asesinaron, secuestraron y robaron, siguen gozando de los favores de una justicia de más que dudosa reputación. También desde la distancia, desde España, me permito invitar a dar rienda suelta a las ideas creativas que apunten a una cuestión esencial y que tiene que ver con las futuras generaciones: nuestros economistas y defensores del modelo económico neoliberal vigente, exhiben los crecientes índices de exportaciones con un desenfado y un orgullo que en los países desarrollados provoca risa y vergüenza ajena. Chile exporta productos agrícolas, entrega sus riquezas marinas, ofrece al agua mediante el más odioso sistema de entregar el patrimonio de todos al inversor extranjero, pero su mercado interno depende de importaciones que alejan a los chilenos de los avances tecnológicos que, entre otras cosas, les permitirían también producir y exportar productos sofisticados y de alta tecnología. El actual modelo que genera la fortuna de muy pocos, condena a la mayoría, y a las generaciones venideras, a vivir en un remedo de país bananero, solo que sin bananas. Reciban un abrazo muy fraterno y mi enhorabuena por esta formidable iniciativa.
Luis SepúlvedaEscritor. Director delSalón del Libro Iberoamericano de Gijón.