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Wednesday, October 29, 2008



El SYNCO real

En 1971, el entonces joven ministro Fernando Flores, invitó al gurú británico de la cibernética, Stafford Beer, a aplicar en Chile algunas de sus ideas acerca de la cibernética en la administración.

Beer se trasladó a Santiago y durante dos años Chile y SYNCO fueron el centro mundial tecnológico en esa área.

Según palabras de Beer, el quería “implantar un sistema nervioso electrónico en la sociedad chilena”. Un sistema de comunicaciones interconectado que se adelantó a la actual internet por muchos años.

Cuando sobrevino el golpe militar de 1973, SYNCO, sus instalaciones y sus documentos fueron destruidos por el ejército al no encontrar utilidad en ellos.

Beer se hundió en un triste autoexilio en Escocia hasta su muerte en 2002.






EL FUTURO SE FUE

Imagina un Chile distinto. Uno en el cual el 11 de septiembre del 73 nunca pasó porque Pinochet detuvo el golpe militar. Uno donde Allende crea el primer estado cibernético de la historia. Luego imagina un robot tipo Mazinger Z saliendo de Escuela Militar. Jorge Baradit imaginó todo eso antes que tú, y lo escribió en su nueva novela: “Synco” trata sobre ese Chile alternativo y tecnológico. Hablamos con él sobre su nuevo libro, su aclamado debut (“Ygdrasil”) y la curiosa forma en que infectó la web. Entre los que posteen sortearemos 20 entradas para el lanzamiento y cinco poleras. Como si fuera poco adelantamos –en exclusiva- algunos fragmentos de la novela chilena más esperada del 2008.

Por Antonio Díaz Oliva




“EL EXCESO DE PRESIÓN EN MI CABEZA”

Fue a fines de los 80 en Valparaíso. La banda punk se llamaba Trato Bestial y el vocalista era Jorge Baradit. Los locales escogidos para las tocatas eran colegios, galpones, juntas vecinales y subterráneos perdidos en el puerto. Ahí, con recibimientos que iban desde escupos a botellazos, se escuchaba su extraña mezcla de punk más poemas de Rimbaud.

Hoy Baradit —algo sonrojado por su pasado punky— tiene dos tesis sobre aquella banda. La primera es que era simplemente “una excusa para lanzar chuchadas a los milicos”. Y la otra es que “…en el fondo se trataba de los mismos síntomas de una patología personal, que tiene que ver con gritar, de alguna manera, por el exceso de presión dentro de mi cabeza”.

Como sea: con los noventa y los nuevos aires en Chile, Trato Bestial se disolvió. Jorge Baradit se mudó a Santiago y comenzó su carrera de diseñador. Entonces pasarían muchos años, hasta el 2005, para que otro fruto de esa patología madurara: “Ygdrasil”, una novela que trajo ingredientes que escaseaban en las letras chilenas: sadomasoquismo, dosis de ciencia ficción, demonios mitológicos y Mariana, la primera heroína “todo terreno” de la literatura nacional.

Hoy el nuevo fruto de Baradit se llama “Synco”. El libro más esperado de este 2008 toma su nombre de Synco o Cybersynel fallido proyecto de la Unidad Popular que pretendía convertir a Chile, en un país altamente tecnológico. Y para lograrlo crea un pasado alternativo donde el 11 de septiembre del 73 nunca se llega a desarrollar de la misma manera que hoy conocemos.





“NUNCA HE LEÍDO NADA DE PHILIP K. DICK”

Es jueves en la tarde y el lugar escogido para la entrevista es un café frente al Parque Bustamante. Jorge Baradit (39) llega acompañado de Ángela, su esposa, y deja el casco de su moto en una esquina.

Lo primero: difícil no imaginar a Baradit —con esos ojos grandes y saltones que tiene— como un personaje más dentro de la tercera generación de Robotech. Esa de las motos increíbles que se transformaban en trajes tecnológicos. Lo segundo: nada de raro, porque el mundo de Baradit remite más al animé que a los libros de ciencia ficción. De hecho él mismo asegura que no ha leído nada de Philip K. Dick.

Eso es —en todo caso— lo que se percibe al leer “Ygdrasil”, la novela que lo mostró como escritor. El libro la rompió el 2005 y se diseminó rápidamente por varias partes del mundo, a tal nivel que hoy se puede encontrar en una biblioteca pública de Australia. Pero cuando Baradit supo que se editaría, sus expectativas eran bastante pocas. “Nada. No tenía expectativas”, dice.

¿Nada de nada?

Nada. Imagínate el cuadro de esa época: año 2005 y un Chile dominado por la Nueva Narrativa. Alberto Fuguet hablando de “basta del realismo mágico, basta de Macondo” y un rollo con libros y películas que exploraban temas muy urbanos. En el fondo tipos que querían ser neoyorquinos.

Entonces, cuando me dijeron ‘ya vamos a publicar tu novela’ no tenía ninguna expectativa de lo que fuera a pasar. Para mí ya era un regalo publicar. Imagínate que yo soy diseñador gráfico y he trabajado toda mi vida en eso. “Ygdrasil” fue la primera novela que escribí y no esperaba nada. O sea que publicaran algo así ya era loco. Porque no tenía nada que ver con lo que se leía en esos tiempos.

Pero después el mismo Fuguet en una columna decía que “Ygdrasil” se movía de mano en mano en universidades gringas, como un objeto casi de culto.

Igual tengo que decir que nunca he visto a Fuguet como un rival. Él es muy simpático, tiene sus rollos y todo un cuento. Pero sí me pareció loco que fotocopias de “Ygdrasil” se pasaran de mano en mano en Estados Unidos y además que Fuguet se hubiese enterado. Pero es lo típico: en América Latina siempre tiene que venir gente de afuera a decirnos lo que estamos haciendo.

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