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Thursday, November 29, 2007

El canon literario

El concepto de canon literario es uno de los que más polémicas ha generado a lo largo de toda la historia de la literatura, debido a la confluencia de numerosos intereses (políticos, sociales, económicos...). Veamos si soy capaz de explicar un poco de qué va todo esto.

El canon (no el de la SGA€, sino el literario) se define como un corpus de obras que se consideran como las esenciales, seminales, imprescindibles, necesarias para ser estudiadas, a lo largo de toda la historia de la literatura. El problema no es pequeño, puesto que surgen algunos problemas de muy difícil solución, tales como cuántas obras deben componer ese canon, y quién o quiénes son las personas adecuadas para seleccionar dicha lista de obras maestras.

Los debates y discusiones han sido largas, intensas y totalmente infructíferas. Desde mi punto de vista creo que, personalmente el segundo, es un problema insalvable. Para elegir 'El Canon', con mayúsculas, se debería de escoger a una persona que hubiese leído toda la literatura universal y, además, que no tuviese ningún tipo de prejuicios e ideales, sino simplemente conocimientos estéticos y literarios. Como esto es totalmente imposible de conseguir, creo que todo canon existente es parcial, sesgado e interesado. La crítica literaria en su sentido más riguroso, como cualquier tipo de crítica artística, tiene un componente de subjetividad importante. Es cierto que existen pautas evidentes, que podrán llevarnos a criticar con cierta solvencia, ser capaces de distinguir un buena novela de una mala, pero poco más. ¿Qué hacemos cuando nos encontramos con 2000 novelas magníficas, y tenemos que seleccionar 100 para un canon? Que nos vemos obligados a tirar de otros recursos no tan literarios, tales como ideologías, corrientes de pensamiento, etc.

Ojo, con esto no estoy diciendo que un canon literario sea algo baladí, ni muchísimo menos. De hecho, creo que son parte importante de la crítica, pero pienso que a veces se les da más importancia de la necesaria, y se crean discusiones del todo innecesarias. Os pongo un ejemplo. Uno de los críticos más importantes hoy día (y repito, no me refiero al concepto de crítico que escribe en los periódicos o revistas que todos tenemos asimilado, sino al estudioso de la literatura) es Harold Bloom. Bloom publicó en 1999 un libro titulado El Canon Occidental, que creó un gran revuelo porque, en su lista de libros canónicos, incluía algunas opciones que nunca antes lo habían sido para otros estudiosos, tales como la para mí más que justificada elección de Drácula, de Stoker. Se generó una importante polémica que puso (incoherentemente) en entredicho la más que reconocida valía del autor. Una estupidez, desde mi punto de vista.

A lo que voy, si para Bloom (como para muchos otros, me imagino) Drácula es una novela digna de estar en SU canon, ¿dónde está el problema? Bueno, el problema está en el dogmatismo, en que todos estos casos pecan de que, o bien el autor intenta señalar su canon como el definitivo, o los lectores lo entienden así. Y se monta el problema.

Desde mi punto de vista, creo que existen tantos cánones como personas, o incluso más. Es decir, yo tengo varios cánones literarios. Uno podría ser mi canon de la literatura universal (lo cual ya está bastante sesgado, porque no he leído nada de ningún autor tailandés, por ejemplo), pero además tendría un canon de literatura fantástica, de literatura española o de poesía. Y sería capaz de fundamentar todas y cada una de mis elecciones, que probablemente no coincidirían con las de cualquier otro, que tienen la misma validez. Pero, cuidadín... aunque suene un poco clasista, pedante o como quieras llamarlo, sí considero IMPRESCINDIBLE para dar credibilidad a un canon el poseer unos ciertos conocimientos literarios. El canon que me pueda dar alguien que no ha leído más de 20 libros en su vida, siendo todos ellos best sellers me inspiraría bastante poca confianza. ¿A tí no?

Y ahora viene el gran problema de todo esto. La importancia y repercusión de aparecer en mi canon o en el tuyo es más bien poca a nivel global, pero la importancia de aparecer en el canon de Harold Bloom o Hillis Miller (al que tuve oportunidad de conocer, por cierto :P) es mucho mayor, porque lo que una autoridad en la materia (como lo son ellos) dice, dicta muchísimas cosas, entre otras qué es lo que conviene haber leído para estar al día en tal o cual corriente, o para tener un espectro 'canónico' de la materia, o qué pasos hay que seguir y estudiar, no sé si me explico. Y si un autor no aparece en los cánones de determinada corriente imperante en un periodo, ese autor es relegado al olvido. El problema, nuevamente, los dogmatismos y fanatismos.

En definitiva, creo que el canon es un problema sin solución, aunque tiene sus utilidades. Especialmente para profundizar en el pensamiento del autor que firma tal o cual lista de escogidos. Si hablamos de la literatura universal, está claro que hay un corpus que siempre está ahí, que no ha cambiado desde que Samuel Johnson crease la crítica literaria moderna en el XVIII, y claro, cuando tantísima gente, con tantísimos diferentes grupos de pensamiento y a lo largo de más de 200 años está de acuerdo en que, por ejemplo, Shakespeare y Cervantes están donde están, será por algo ;).

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